11 de noviembre de 2022 - Por Pablo Díaz Marenghi - Fuente:Revista Ñ

"Hay retóricas inclusivas pero no prácticas"

El sociólogo y académico recorre en su reciente ensayo la impotencia ante las injusticias sociales y alerta sobre el deber de los intelectuales: ser cruel con lo que ocurre al analizar.

Artistas intervienen con empapelados y dibujos un aula de Ciencias Sociales de la UBA durante un seminario del profesor Lucas Rubinich. Foto: Andres D'Elia
Por: Pablo Díaz Marenghi

Artistas intervienen con empapelados y dibujos un aula de Ciencias Sociales de la UBA durante un seminario del profesor Lucas Rubinich. Foto: Andres D'Elia


Director de la carrera de Sociología durante cuatro períodos, el sociólogo e investigador de la Universidad de Buenos Aires Lucas Rubinich cuenta con una amplia trayectoria que lo avala a la hora de trazar un diagnóstico acerca del presente. Allí observa con preocupación una “predominante cultura del capital financiero” que se fue naturalizando y consolidando a lo largo de las últimas décadas.

Atrás habrían quedado los tiempos en donde proliferaban los pensamientos socialistas, revolucionarios e inclusivos que proponían un horizonte alternativo al actual que lo califica de “inhumano” debido al avance del capitalismo más voraz. Todo esto se vuelca en su último libro Contra el homo resignatus, siete ensayos para reinventar la rebeldía política en un mundo invadido por el desencanto (Siglo XXI).

Allí el autor, diseña una suerte de artefacto analítico que intenta problematizar el aparente quietismo de una época que parecería haber levantado la bandera blanca ante la posibilidad de transformar las injusticias sociales vigente. En diálogo con Ñ, amplía ciertas cuestiones que profundiza en su libro, como el avance de las nuevas derechas, el rol del intelectual y qué papel ocupa la dirigencia política actual.

–Hay dos cuestiones que atraviesan su libro: por un lado, un nuevo imperio al que define como la lógica de mercado imperante. A la vez, analizando en particular su encarnadura argentina, observa una cierta tradición de ascenso social. ¿Qué análisis hace de estos factores?

–Me pareció muy importante poner esos dos factores sobre la mesa. En principio, este encuentro es muy significativo en términos analíticos y políticos. Si bien existieron reconfiguraciones estatales que se desmoronaron luego de la caída del muro, hay singularidades, como las que señala Oscar Oszlak, a quien cito, respecto a nuestro país. A él le llama la atención el proceso de privatización argentino ya que esta reducción del gasto fiscal y el debilitamiento de capacidades estatales se hace de la mano de uno de los dos grandes partidos que tienen la idea de la tradición inclusiva como parte de su experiencia histórica y de su retórica (el peronismo). Entonces, podemos preguntarnos, ¿Cómo afectó esto a la población durante los años noventa? Hubo reacciones diversas y experiencias muy traumáticas, como el Corralito. Eso para mí fue un proceso terrible que afectó la construcción de una comunidad nacional. Hubo respuestas, conflictos. No sé qué es lo que va a pasar, pero es interesantísimo ver que efectivamente hay tradiciones inclusivas, hay sensibilidades igualitarias que pueden ser interpeladas de distintas formas por distintos sectores políticos. También es cierto que cuando la sociedad se fragmenta, ese sentimiento igualitario adquiere otro sentido en el espacio de los integrados.

–¿De qué manera?

–Ellos arman una especie de discurso de la diferenciación frente a los otros. “Nosotros hicimos esto trabajando, llegamos acá con el esfuerzo propio y vemos que hay poblaciones que viven del subsidio”. Eso también forma parte de la tradición igualitaria en una sociedad que se fragmentó. El sentimiento igualitario no es un paraíso que uno interpela y de pronto todas las personas se rebelan porque necesitan de una sociedad inclusiva nuevamente. En una sociedad fragmentada no es extraño que la lógica de la confrontación superficial aparezca como una posibilidad en la interpelación de fuerzas políticas diciendo “ustedes están acá porque tienen que sostener a aquellos que quedaron afuera”. Esas son algunas de las variantes posibles de esa sensibilidad igualitaria, efectivamente existente, frente a las transformaciones y reconfiguraciones extraordinarias ligadas a la lógica del libre mercado.

–En su libro plantea una crítica a la moderación y la necesidad de cierta audacia en estos tiempos. ¿Cómo analiza esto en el contexto actual?

–Se ha impuesto la idea de cierto orden predominante que atraviesa distintos espacios. Al comienzo yo hago una cita en latín del poeta griego Horacio que significa: “¿De qué te reís? Si cambiamos el nombre la historia se refiere a vos”. Quiero decir que cuando se da un proceso de predominio cultural, de alguna manera todos los bichos sociales tenemos elementos de esa cultura predominante. Intento hacer una crítica desde mi lugar de analista.

 

Milei en un acto celebrado en el Estadio de El Porvenir de Gerli en junio de 2022. Fotos: Martín Bonetto.

Milei en un acto celebrado en el Estadio de El Porvenir de Gerli en junio de 2022. Fotos: Martín Bonetto.

 

–¿Qué diría acerca de la clase política?

–Desde mi lugar de académico observo que la naturalización de las condiciones existentes se ha expandido como una mancha de aceite en todas las fuerzas políticas con distinta intensidad. Uno puede ver aún ciertas retóricas inclusivas pero no lo observa tanto en las prácticas concretas. Nadie se pregunta sobre el 30% de la población que está prácticamente fuera del mapa o acerca de la cifra que afirma que seis de cada diez niños son pobres. Nadie piensa en una sociedad del futuro y afirman “Es así la cosa”. Allí cito la frase atribuida a Margaret Thatcher: “No hay alternativa”. Todos creen que no hay alternativa: quienes levantan la bandera del presente están contentos con la idea de que esta es la alternativa, pero los que disienten también creen que no la hay alternativa. En las mesas de café plantean que “se acabó el mundo del trabajo” como si eso fuese algo natural. Para mí, que ocupo un rol político-intelectual, es un problema a analizar.

–En su libro también analiza la cuestión de la rebeldía ligada a las nuevas derechas y a la crisis de representatividad. ¿Cómo piensa estos fenómenos?

–Lo de rebeldía está dicho con ironía: no se es rebelde cuando uno es la vanguardia de un orden predominante. El que confirma el orden no es un rebelde. Es alguien que puede gritar más fuerte sostenido inclusive por sectores de poder. Eso no es rebeldía. Lo cierto es que estas voces, muchas veces marginales, pueden lograr repercusión en el marco de la crisis de representatividad. Creo que hay que mirar siempre a un lúcido intelectual del Neoliberalismo que fue Friedrich August von Hayek (Premio Nobel de Economía en 1974) quien en un artículo escrito en 1948 llamado “Los intelectuales y el socialismo” decía que en la posguerra se había extendido como una cultura la idea de que el Estado tenía que intervenir en la vida social. Ellos debían lograr lo mismo. Y lo hizo fundando un instituto en Inglaterra con Milton Friedman. Allí la preocupación no era la democracia. Lo dijo von Hayek cuando visitó al dictador Pinochet en Chile y dijo que eso era una democracia y no el gobierno de Allende. El principal valor para esta cultura del capital financiero es la absoluta libertad de mercado y no la democracia. A esta la piensan como ciudadanos transformados en consumidores.

–¿Observa mayor resignación en los sectores progresistas?

–Sí, por supuesto. Lo interesante a observar es que los dos grandes partidos políticos argentinos (radicalismo y peronismo) vienen de tradiciones inclusivas. La pregunta es: ¿por qué las resignaron? Ni hablar de la centroizquierda que, a nivel internacional, supo ser vanguardia. Estos grupos políticos piensan que hoy no hay otra alternativa, hay que moverse con lo que hay y esto supone no hacer otra cosa que quedarse implicado en las pautas que plantea la cultura predominante del capital financiero. La resignación está atravesando esos sectores.

–¿Cómo observa que esto afecta sus modos de hacer política?

–Es complejo porque debido a su relación con sus electores debe persistir una retórica inclusiva pero que no se ve plasmada en las acciones. Deben conservar un mínimo caudal electoral. También han abandonado cualquier posibilidad de deliberación con las bases. No digo algo asambleario sino un planteo de ciertas cuestiones como la renta agraria o el petróleo. En otro momento, con todas sus dificultades, los dos grandes partidos dieron estas discusiones. Esto se abandonó en función de estrategias electorales en el sentido liberal más clásico. En una época, también, donde predomina un individuo pragmático cuyo éxito se mide en términos económicos. Los manipuladores de la opinión pública cobran un papel relevante y la política se vuelve poco erótica en un presente donde abundan las descalificaciones personales, la manipulación y la inmediatez.

 

La señora Patricia del barrio Evelin abrió un merendero para 150 niños

Mendoza 27 de octubre de 2020. La señora Patricia del barrio Evelin abrió un merendero para 150 niños. Foto: José Gutierrez / Los Andes

 

–Usted tiene una amplia trayectoria universitaria como docente e investigador. ¿Hoy por hoy, qué aspectos le llaman más la atención de ese ámbito? ¿Observa modificaciones producto de la pandemia?

–La universidad pública argentina, por más deteriorada que esté, siempre presenta heterogeneidad social y cultural producto de su historia de movilidad social ascendente. Hace poco se recibió una compañera que es hija de una empleada doméstica paraguaya y un albañil de Berazategui. Tengo varios casos así. En otros países es muy difícil que algo así ocurra. Con la pandemia me las arreglé, dí buenas clases pero no era lo mismo. Cuando volví a dar mi primera clase presencial de pronto pasó una situación típica de la facultad: un militante pide ingresar para comentarle algo a los estudiantes. A lo que respondí: “Bienvenida, celebro tu ingreso, extrañaba esta participación”. Son espacios de extraordinaria vitalidad cultural que extrañé durante la pandemia.

–Volviendo al diagnóstico de su libro acerca de la necesidad de audacia y ante la aparente pasividad imperante, ¿Qué recomendaciones podría arrojar?

–Creo que en el caso específico de aquellos que tenemos una responsabilidad intelectual, debemos ejercer, como decía Antonio Gramsci, el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la razón. Lo más terrible que ha ocurrido en estas épocas es que por pegarse a experiencias políticas puntuales muchos intelectuales han abandonado la posibilidad de problematizar lo que está ocurriendo. Hay que ser cruel con lo que ocurre en términos analíticos. Si uno pone las cosas bajo la alfombra aparecen de todas maneras. Y además no es nuestro papel. Debemos construir objetos analíticos que digan algo de lo que está ocurriendo de la manera más cruda. Hay una cita del Dante que dice que hasta incluso de las selvas más oscuras se sale. La manera de salir es intentándolo aún con desconcierto. Es una apuesta al futuro que no importa si no llega y nos trasciende. Lo importante es hacer esa apuesta. Uno no puede ser un optimista tonto porque la situación es un tanto oscura, pero de ninguna manera esto supone una actitud sombría frente a la vida. Al contrario, es una actitud vital de pelea por tratar de encontrar caminos que no sabemos cómo son pero que, de algún modo, intentamos modestamente ir plantando algunos ladrillitos que nos ayuden a construirlos.

 

BÁSICO

 

tapa libro Contra el homo resignatus

Contra el homo resignatus, siete ensayos para reinventar la rebeldía política en un mundo invadido por el desencanto (Siglo XXI).

 

Lucas Rubinich
Buenos Aires, 1955. Sociólogo.

Es profesor de la Carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires. Se desempeñó como director de esa carrera entre 2004 y 2010. Entre sus publicaciones se encuentran La conformación de un clima cultural. Neoliberalismo y universidad (2001), ¿Qué hacen los sociólogos? (2010) editado junto a Gastón Beltrán; y 01 10. Creatividad, economía y cultura en la ciudad de Buenos Aires 2001-2010 (2011), junto a Paula Miguel. Es investigador del Instituto Gino Germani Universidad de Buenos Aires y director de la revista Apuntes de Investigación del CECYP.

Contra el homo resignatus
Lucas Rubinich
Siglo XXI
​160 págs.

 

Fuente: Revista Ñ - Clarín